La suerte, aquella que nos es esquiva cuando la necesitamos y generosa cuando viene en son de venganza, karma le llaman algunos, culo en otras culturas mesiánicas. El mundo de la música no es distinto en cuanto a su exposición al flujo de la suerte. La suerte en la música la podemos catalogar como esa conjunción cósmica entre tiempo y espacio, que logra hacer despegar una banda, un tema o simplemente hundirlos en el olvido.
No importa lo preparados que estén, simplemente el factor culo te puede catapultar a la fama o al olvido. En categorías de bandas con culo podemos encontrar un sin número de “one hit wonders”; se me viene a la mente desde el rock argento casos como La Sonora de Bruno Alberto por un lado y Lions In Love por otro. La nada misma. Pero uno tuvo suerte para pegar un hit desprestigiando un poco más la música nacional y el otro no se sabe ni quienes son a excepción de Melingo y algunos de los que los vimos en la 9 de julio un fatídico recital por el Sida devenido en saqueos por la ausencia de Pappo ( todo un presagio de lo que podía llegar a ser gente descontrolada y enojada porque no le dan lo que consideran que deben tener).
Pero la suerte actúa en forma extraña, están los músico con suerte y casi inexplicables pero que en momento, tiempo y espacio logran sobresalir, y en otros años hasta de hacerse de un pequeño capital que, bien administrado, los hace zafar el resto de la temporada ( Meat Loaf caso emblemático). Están los músicos que por lo que generaron debieron haber revolucionado pero hay algo, llamémoslo carisma que para mi sigue siendo parte de la suerte, que los hizo quedar en segundo plano y hasta sólo llegaron a influenciar grandes bandas que tomaron sus hits para reversionarlos y cobrar royalties con ello (en mi opinión, ojo, mi punto muy particular de vista, Kinks es una banda que cae muy bien en esa categoría).
Hay un tercer grupo, complejo pero que no necesariamente tiene que ver con el éxito como lo entendemos nosotros los occidentales, dígase de paso que el concepto de éxito es un concepto muy occidental y que guste o no es el que domina la forma de entender el mundo (cierro momento facho y sigo).
Este grupo se ubica en un punto de no retorno, porque se puede volver de cualquier lado menos de ser catalogado como piedra. A ser piedra se llega fácil, no se va nunca. Podrás cambiar el look, ponerte dreadlocks, teñirte, ponerte nombres de fantasía, pero piedra eres y piedras te quedas. Casos emblemáticos como T*rment* en donde su solo mención llevó a Gilda de promesa de la cumbia a santuario marginal. También se dice que su paso por Perú desató una corriente del niño que va por la cuarta generación, y ni que hablar del brote de cólera. Algunas veces, como Lynyrd Skynyrd esa mala suerte se circunscribe en la misma banda.
Pero como de cumbia y de latinaje yo no opino demasiado, voy a traer una persona que su solo nombre puede desencadenar tormentas de mierda en el lugar donde estés, que se hizo inmune al clásico Pugliese, Pugliese, Pugliese, y no estoy hablando de Jimmy Page.
Empezó como guitarrista eximio, aunque no usaba el meñique ( no encuentro un guitarrista que me explique porque) como la mayoría de las movidas musicales contemporáneas de música el tipo es Británico y participó de Cream, un power trío de hostias que se llevaban a las patadas. Cosa difícil pero con su sola presencia muy factible, más allá que pareciera ser que él era el que trataba de armonizar el tema.
No hablemos de su tendencia a cagarle la mujer a los amigos, si no que su amigo termina muriendo antes que después, tampoco hablemos del ataque de diabetes que le agarro a BB King luego de tocar con él, y por propiedad transitiva Pappo. De sus amigos, como Tom Petty , se quebró el brazo y casi no toca más la guitarra, Roy Orbison muerto mientras que Ringo Starr esta más vivo que nadie, Cl*pton además de ser un groso ha sido un gran generador devastación, el caso más paradigmático se puede observar en el diálogo que pudimos obtener entre Cl*pton y Stevie Ray Vaughan.
Situación histórica: Terminaron un recital en el estado de Wisconsin, están tomando unas birras luego de tocar esa noche varios músicos, en una mesa del bar están SRV y EC charlando de cómo era de divertida la vida cuando se drogaban fuerte y que si la stratocaster, flying V o telecaster tiene más o menos power para el blues. ( Entre nos el solo hecho que estos individuos tuvieran la viola que se les ocurriese gratis mientras un servidor apretaba la nariz en las casas de música de Sarmiento me daba mucha bronca):
Steve: tengo que viajar a Chicago y me da una paja tremenda ir en el bondi, encima me tengo que fumar los pedos de Tommy, estoy como podrido.
EC: la verdad que yo solucioné esto – mientras esbozaba una sonrisa – nosotros los británicos que hicimos la América por segunda vez, nos movemos distinto
Steve: no jodas Eric, si con suerte pago el hotel, no voy a garpar un viaje en helicóptero, y menos para los dos piedras que acarreo.
EC: a esos mandalos en bondi, yo me tengo que quedar un par de días, me estoy comiendo a Miss Wisconsin, un caramelo de dieciocho, andate en el helicóptero que alquile yo me tomo un avión después.
Steve: seguro? Me solucionás el día, que groso que sos Eric
Y ambos brindaron sin saber uno que el otro lo había condenado.
Nota: esta es una dramatización de lo que sucedió esa noche, no necesariamente coincide 100% con lo sucedido.
Volviendo a la suerte, más allá de Eric que estamos todos de acuerdo que es ambas cosas, un músico de hostias y un piedra impresionante, la suerte del músico nos ha influenciado a nosotros como consumidores de la misma, desde el hecho que la suerte le llega a alguna banda sin talento ( recordemos que Nicole Neumann grabó un disco) o que no le llega a una con mucho, la vida misma, pero nosotros tenemos que fumarnos cada muerto que nos hace preocuparnos de la suerte del músico, del momento cósmico en que se encontraron Richard, Jagger y Jones, o que los Beatles hayan conocido a Brian Epstein. En la música se nos mezclan causalidades y casualidades, pero los que realmente trascendieron fueron aquellos que a la casualidad demostraron que tienen con qué.
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