viernes, 6 de diciembre de 2013

Hinchadas hay muchas por @superunknon

Buenas tardes ante todo. En esta emisión del blog  les traigo un debate candente, ideal para dividir las aguas; simpático con esta humedad y sensación térmica de diciembre


Les propongo mirar un poco del otro lado del escenario, treparse imaginariamente detrás de los retornos y pispear ahí abajo donde estamos todos los mortales. Porque si bien todos quisimos ser músicos, la realidad es que sólo los elegidos y virtuosos (o los que tienen mucho culo o facha), lo logran.


Acorde a nuestros presupuestos y el verdadero interés por la banda que se presenta, solemos adquirir diferentes tipos de entradas, de valores y sabores diversos. No voy a entrar en este artículo en la discusión logística/costo de la entrada, salvo para pedir que alguien me explique qué demonios es el cargo que hace que cualquier entrada cueste un poco más, aún cuando la retiras en el punto de venta. Cosa e mandinga.


Eso por un lado. Ahora bien, leí por ahí que somos el mejor público del mundo. Hay una serie de videos emocionantes en Youtube que hacen las veces de testimonio y me hicieron lagrimear, lo reconozco. Un aguante indescriptible y futbolero al máximo. Al punto de que los cantitos de la cancha se trasladan a los recitales, como si fuera obligatorio rendir pleitesía a la banda del escenario con un tributo futbolero. Como si todas las métricas del oleoleole dieran para meter todos los nombres de las bandas.


Grupos entrando en trance con su público y no pudiendo creer lo prendido del público argentino. El más baboso en este sentido es Eddie Vedder. Su labia en el recital de Ferro del 2005 emocionaba a propios y extraños. O Megadeth pidiendo el “Aguante megadeth” para que suene en su DVD y le muestre al mundo como Megadeth sigue vigente en este lugar del cono sur. Algo diferente sucede en el resto del mundo con esos grupos de cuarto de hora pasado, por más que te copen. Si llegás a ver el DVD de AC DC en River, podes apreciar el público argentino en toda su dimensión.


Más adelante y más atrás el extraño ritual del cantante poniéndose la camiseta argentina y siendo ovacionado. Eso ya fue muchachos también, si de pedo saben lo que es el fútbol no van a alentar por el fútbol argentino; si el de su país. Y si acaso vieron a los pumas mariconear por ahí, no estoy seguro que quieran prenderse a la joda sensiblera.


Y es ahí donde empiezo a no comprar. Me pongo a pensar en el tiempo que pasó para poder ver a una banda grosa para  tener que bancarme que el pibe de al lado me cante al oído la parte de la guitarra. Para eso me quedaba en casa o me iba a apretar a una adolescente en un recital de alguno de estos ídolos Pop calientargolla. Total el griterío es el mismo.


No perdamos de vista que el verdadero motivo para ver un recital es escuchar a la banda lo mejor posible. En el Malvinas Argentinas, la música suena como adentro de un mondongo. Y vi grupos como Faith No More o Primus teniendo que luchar para sonar decentemente.


Ojo también puede incidir en que la ubicación quede un poco de costado, lo pude comparar en el recital de AIC en el luna, donde fui a campo y se escuchó increíble, comparado con el mas o menos de Incubus en el mismo colegio. Ahí mi ubicación era de coté, rodeado de Brandoners.


Quizás estoy viejo, tuve mucho mosh encima aunque nunca llegué a hacer crowd surfing.
Habré salivado a alguna que otra señorita o pancho que subió a los hombros de un fornido muchacho para poder ver mejor en desmedro de los de abajo. O tocado algún que otro culo justicieramente, pensando quién te manda nena a venir así vestida en medio de todo este kilombo. Recuerdo el recital alternativo de Ferro, cuando las minitas vinieron a ver a Marilyn Manson pensando que era el primo de Hanson y se llevaron satanes por todos lados.


Ya estoy del lado de los plateístas, esos que no saltan y que de pedo aplauden. Quizás guardo mis cartuchos para cuando la banda me guste de verdad, como me pasó con AIC (Alice in chains, perdón por la aclaración si ya lo conocen). Ahí el indio se despierta solo, se canta y se avanza lo más cerca posible.




Pero lo importante es la cerveza y poder escuchar a una banda haciendo lo suyo, con sets de más de dos horas y recorriendo el repertorio que tenes ganas.  El público va a escuchar y no a ser más importante que ella. Quizás algún que otro corito o el O o o o o del final para que le metan pilas al bis. Más allá de eso cansa, mocosos impertinentes dejen escuchar.




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